N°232 El triunfo de la inteligencia (humana y artificial)

N°232 El triunfo de la inteligencia (humana y artificial)

N°232 El triunfo de la inteligencia (humana y artificial)

¿Qué elementos son imprescindibles para vivir y sin embargo son gratis y su suministro es ilimitado? Te pongo 2 ejemplos: el oxígeno para respirar y la luz y el calor del sol. Ahora imagínate que además del oxígeno y el sol, también recibes gratis e ilimitadamente el resto de las cosas que necesitas para vivir porque “algo” se preocupa de fabricarlas. Ese podría ser el impacto a largo plazo de la Inteligencia Artificial cuando sea una infraestructura como electricidad ¿Te resulta difícil de imaginar verdad? Claro porque solo hemos conocido una civilización en la que la inmensa mayoría de las cosas que usamos son escasas porque requieren de un proceso de producción que obligatoriamente tenemos que llevar a cabo los seres humanos y las materias primas que se necesitan son finitas. La mayor parte del costo de cualquier producto se destina a pagar las horas/hombre necesarias para elaborarlo. Hemos desarrollado conocimiento a lo largo de los siglos que nos permite producir todo tipo de cosas a través de un mecanismo que llamamos trabajo. Sin ese conocimiento y sin trabajo, las cosas no existirían y regresaríamos siglos atrás a nuestro estado natural. Ahora imagina que cada persona tenemos nuestro gemelo digital que es a quien enviamos a trabajar cada día mientras nosotros dedicamos nuestro tiempo a lo que nos apetezca. Ese podría ser el impacto a medio plazo de la IA. Difícil de creer y no exento de dificultades, pero técnicamente factible por primera vez en la historia ¿Por qué ese milagro podría hacerse realidad? Para que existan cosas, alguien tiene que pensarlas, diseñarlas y fabricarlas. Hasta hoy esa era una tarea que las personas no podíamos delegar. Pero eso está a punto de cambiar. El trabajo no desaparecerá, pero lo harán las máquinas, pasará de ser humano a ser artificial. Con la irrupción de la IA, hemos descubierto la manera de fabricar inteligencia y como consecuencia será abundante (y barata) y la aplicaremos absolutamente a todas las actividades humanas. Y tendremos que aprender a usarla. Siempre empleamos la inteligencia como input para producir cualquier objeto, pero ahora somos capaces de que el output sea inteligencia. Y esa inteligencia que produzcamos no solo fabricará cosas, sino que fabricará otras inteligencias que a su vez fabricarán otras inteligencias en un bucle sin final.

La hipótesis que quiero confirmar en esta columna es muy sencilla: la inteligencia siempre fue nuestro principal recurso como especie humana, pero tiene 2 dificultades: la primera es que al ser un intangible, es transparente, no somos conscientes de ella y pasa desapercibida. La segunda es que siempre fue un recurso escaso y caro, restringido por nuestras limitaciones biológicas: hay tanta inteligencia como personas con inteligencia disponibles. Nuestra civilización está a punto de cambiar porque hemos aprendido a fabricar inteligencia.

Hace 15 años escribí esta columna titulada “El triunfo de la Inteligencia” sobre el accidente y posterior rescate de los 33 mineros chilenos. Y hace 7 años escribí esta otra “El triunfo de las neuronas sobre los átomos”. El World Economic Forum junto con Mckinsey publicaron a comienzos de año este paper con el nombre “Europa en la era de la inteligencia” (después del contundente Informe Draghi). La inteligencia está de moda. Ahora bien, la inteligencia siempre estuvo con nosotros  ¿Te has despertado esta mañana y has dicho “el oxígeno es fundamental, no me puedo olvidar de respirar”? No, solo te acuerdas de él cuando te metes bajo el agua. Con la inteligencia pasa igual, forma parte de todo lo que somos y hacemos, todo es posible gracias a ella, pero no la vemos y solo nos damos cuenta cuando nos falta. Todo a nuestro alrededor está hecho de inteligencia: si le quitas la inteligencia a la Salud o al Transporte, dejan de existir. No podemos hacer nada sin inteligencia. Nuestra civilización está construida sobre la inteligencia. Todo lo que haces, eres y tienes se lo debes a la inteligencia, la tuya y sobre todo los muchos que te antecedieron. Nosotros estamos “hechos” de inteligencia: La inteligencia no es solo intelectual, sino que tiene muchas dimensiones: Colectiva, Emocional, Adaptativa, Corporal, Espiritual, Espacial, Social, Conversacional, Lúdica, Atencional, Competitiva… y todas ellas son inteligencias que vas desarrollando  a lo largo de tu vida a medida que aprendes. Y desde luego, las cosas están hechas de inteligencia: si le sacas la inteligencia a un automóvil, lo que te queda son varios cientos de kilos de diferentes materiales sin apenas valor. De hecho, cada vez que pagas por un producto, en realidad pagas por toda la inteligencia humana que se requiere para producirlo. Por tanto, se hace evidente lo que afirmaba ya hace tiempo Ray Kurzweil: “la inteligencia es el fenómeno más poderoso del universo”. Y como la inteligencia impregna todo lo que hacemos, la IA impactará en todas las dimensiones del ser humano.

¿Qué es lo que está cambiando entonces? Lo que nos diferencia del resto de seres vivos y explica nuestro éxito no es la fuerza, la rapidez, la visión, el olfato sino la capacidad de usar el cerebro para desarrollar los 2 pilares sobre los que se asienta la inteligencia: el conocimiento (que nos permite “decidir y hacer”) y el aprendizaje (que nos permite “crear” nuevo conocimiento) Lo novedoso es que estamos multiplicando la inteligencia exponencialmente. Elon Musk, Sam Altman y demás responsables de empresas de IA hablan de una explosión de inteligencia y aunque son parte interesada, no les falta razón. Sin embargo el concepto no es nuevo, El término “explosión de inteligencia” lo acuñó el matemático británico IJ Good (colaborador de Alan Turing) en 1965 cuando escribió sobre una explosión de inteligencia, la cual sugiere que si las máquinas pudieran superar ligeramente el intelecto humano, podrían mejorar sus propios diseños en formas imprevisibles para sus diseñadores, y por lo tanto aumentarse recursivamente a sí mismas haciéndose más inteligentes y realimentando ese ciclo.

Si la inteligencia es lo que explica que hayamos llegado hasta aquí ¿por qué hablamos de explosión? Porque la inteligencia siempre fue un recurso escaso: es como si toda la vida hubiésemos vivido sumergidos en el mar y sólo recurriendo a bombonas de oxígeno. Con la IA y al poder fabricar inteligencia a voluntad y a coste casi 0, es como si saliéramos a la superficie a respirar aire a pleno pulmón y sin restricción alguna. La IA multiplica la cantidad, calidad y velocidad de generación de inteligencia. Un médico puede tener la experiencia de los cientos o miles de pacientes que ha tratado, las enfermedades que conoce, los cursos que ha hecho y los papers que ha leído. Un médico digital tendrá el conocimiento acumulado de millones de pacientes, de todas las enfermedades, los cursos y papers del mundo e incluso conocerá tu genoma. A lo largo de la historia, si te preguntabas “¿cuándo tendré mi médico, abogado, asesor fiscal, nutricionista, entrenador personal, tutor… disponible 24/7?” la respuesta siempre fue “No es posible”. El cuello de botella ha sido la cantidad de inteligencia disponible, es decir de personas. El número de individuos con conocimiento para resolverme un problema de salud (médico) o tributario (asesor fiscal) es limitado porque no hay miles de millones de profesionales con ese conocimiento a tu disposición. Y el número de horas que trabajan esas personas es igualmente finito. Además, “fabricar” (educar) cada médico o cada asesor fiscal nos lleva no menos de 20 años y una importante inversión económica. Y sabemos que todo aquel recurso valioso que es escaso, automáticamente se vuelve caro. Sin embargo, si hoy te preguntas “¿cuándo ¡tendré mi médico, abogado, asesor fiscal, nutricionista, entrenador personal, tutor… DIGITAL disponible 24/7?” la respuesta es “cada vez falta menos porque ya estamos trabajando en ello”. Y una vez que tenemos una IA médico o asesor fiscal con todo el conocimiento mundial, fabricar la segunda IA médico o asesor nos toma 1 segundo y es casi gratis y fabricar 1.000 millones más nos toma unos segundos más. Los productos que hemos venido fabricando carecían de inteligencia y necesitaban de nuestra intervención ya que no tenían apenas autonomía. Por eso, aunque fuimos delegando algunas tareas a los animales o las máquinas (fuerza física) nunca pudimos delegar el trabajo intelectual. En el momento en que inventamos el proceso para fabricar la inteligencia sin restricción y a un coste ínfimo, se produce un Bing Bang que tendrá un impacto tremendo porque distribuir electrones es mucho más barato que distribuir átomos. Lo que cambia es que pasamos de usar la inteligencia como input para fabricarlo todo a que la inteligencia sea un output que continúa el ciclo de crear y producir más inteligencia hasta el infinito.

¿Qué consecuencias tiene una explosión de inteligencia? Explicaré 2 de ellas. La primera es el impacto en la naturaleza del trabajo y me apoyaré en la “ecuación” propuesta por Adam Smith de los factores de producción sobre la que se sostiene nuestro sistema económico y social y que tiene sus días contados:

Capital + Tierra + Trabajo (Personas) = Resultados

La ecuación descansaba sobre 2 supuestos inamovibles. El primero es que los 3 elementos eran recursos finitos. La cantidad de dinero, la cantidad de terreno y la cantidad de trabajo (número de personas y tiempo dedicado por esas personas a trabajar) son limitados. Y el segundo supuesto es que el trabajo humano era el único factor insustituible. Hay gente que vive solo del capital o de la tierra, pero la inmensa mayoría tiene que trabajar. El precio de cualquier «bien» siempre es el resultado de la combinación de esos 3 elementos ¿Por qué esa ecuación cambiará radicalmente? Porque el elemento Trabajo se transformará una vez que ya no sean imprescindibles las Personas para llevarlo a cabo. El Trabajo seguirá existiendo porque siempre vamos a necesitar producir bienes físicos (necesitamos átomos para sobrevivir) y bienes intangibles. Pero será Trabajo Artificial y no humano. Hasta hoy, el Trabajo solo podía ser realizado por Personas, pero no por cualquier Persona: Cada tarea necesita de conocimientos muy específicos y solo las personas que cuentan con dichos conocimientos lo pueden llevar a cabo. Y cuando el bien que se produce es muy demandado y la cantidad de personas con el conocimiento para producirlo son pocas, su precio sube y la remuneración que recibe esa persona se dispara. Piensa en lo que cobran los mejores futbolistas, actores, directivos o especialistas en IA últimamente. Lo que va a pasar (y jamás había ocurrido) es que las Personas saldrán de la ecuación y en su lugar entrará la IA ¿Qué es la IA entonces? Es conocimiento para ejecutar tareas que hasta hoy solo podíamos hacer las Personas. La ecuación entonces quedará así:

Capital + Tierra + Trabajo (IA) = Resultados

¿Qué impactos tendrá este cambio en la ecuación? Dada la casi ilimitada capacidad de la IA, la disponibilidad de bienes (productos y servicios) se multiplicará y su precio se reducirá porque el elemento que más impacta en el coste de producción de un bien son las horas/hombre necesarias para producirlo. Y liberados de la obligación de Trabajar, las Personas tendríamos que decidir cuál será nuestro nuevo rol que será de supervisión (en un símil deportivo, la IA “juega” en la cancha y nosotros ejercemos de entrenadores). No es posible asegurar que el trabajo vaya a desaparecer, sino que por primera vez será posible.

La segunda consecuencia es que aprender será más importante que saber y tendremos que decidir qué será importante saber en el futuro porque será muy diferente de lo que aprendimos en el pasado. Me apoyaré en la pirámide de Maslow que muestra una representación de las necesidades humanas y que, aunque tiene más de 80 años, se mantiene vigente. En la base de la pirámide aparecen las necesidades fisiológicas que nos permiten sobrevivir (alimentación, salud, descanso). Y en el segundo escalón aparecen las necesidades de seguridad que permiten que esa supervivencia tenga un mínimo nivel de dignidad (protección, vivienda, empleo). Y más arriba aparecen las necesidades sociales, de autoestima y de autorrealización. Obviamente, las necesidades superiores difícilmente se alcanzan si primero no se cubren las de los escalones inferiores. Y la manera que inventamos los seres humanos para garantizar esos 2 primeros escalones de necesidades es a través del trabajo. Para sobrevivir siempre hemos tenido que hacer cosas (cazar, cultivar, etc) pero la manera de asegurar una vida más previsible para que no dependiera solo de lo que cada persona podía producir fue crear el trabajo como elaboración e intercambio de bienes y servicios. Este modelo que nos acompaña desde hace siglos se va a derrumbar porque la IA tiene el potencial de proveernos esas necesidades fisiológicas y de seguridad. La IA acumula cada día conocimiento para hacer nuestras tareas y por tanto debería ser capaz de hacer nuestro trabajo. Si esa promesa se cumple y la IA se ocupa de resolver nuestras necesidades básicas, entonces es obvio que nosotros nos deberíamos concentrar en las necesidades superiores. Y eso significa que las competencias y habilidades que se necesitarán serán radicalmente diferentes de las que han sido predominantes hasta hoy. Todos los escalones de la pirámide requieren inteligencia, pero diferentes tipos de Inteligencia: los escalones inferiores dependen sobre todo del saber técnico y racional que es lo que siempre enseñamos y valoramos (matemáticas, física, gramática, inglés…) mientras los escalones superiores son intensivos en saberes humanos como imaginación, curiosidad, creatividad, comunicación, empatía… Aunque suene contraintuitivo, la IA nos va a invitar a desarrollar aspectos eminentemente humanos que durante siglos hemos denostado como conocimientos de segunda categoría.

¿Será posible gestionar esa explosión de inteligencia? No existe un problema llamado “exceso de inteligencia”, lo que hay es falta de ella y por eso tenemos problemas. La inteligencia es más una condición adquirida que una capacidad natural. La inteligencia se desarrolla, se aprende y por tanto es una decisión. Por ejemplo, los países que lideran el ranking de desarrollo humanoestán siendo” más inteligentes que los demás en este momento de la historia. No lideran el ranking por producir materias primas, sino que “están siendo” más hábiles para aprender (más ágiles, más conscientes, etc) y eso les permite crear más conocimiento y vivir mejor según una serie de indicadores internacionales. Pero eso puede cambiar en el momento en que dejen de aprender, algo que suele pasar frecuentemente en la historia (hace 200 años, ese ranking era diferente y hace 500 años también). Y el ranking de las empresas más valiosas de 2025 no se parece en nada al ranking del año 2000 y la explicación es la misma: Las que dominan hoy están siendo más más rápidas para aprender y adaptarse que el resto ¿Cómo se explica esta situación? La aceleración del cambio tiene como consecuencia que el conocimiento caduca cada vez más rápido. Y al mismo tiempo, estamos delegando el conocimiento a las máquinas (automatización). La conclusión es que la gran ventaja competitiva ya no será reutilizar el conocimiento existente sino crear nuevo conocimiento, es decir, aprender. El que aprenda rápido estará mejor preparado para conseguir sus objetivos y por eso determinados países y determinadas empresas están ganando el partido actualmente. La oportunidad entonces consistirá en desarrollar el músculo de aprender como individuos, organizaciones y territorios. No nos podremos permitir ser lentos para aprender porque el precio a pagar será muy alto. Potenciar ese músculo requiere concentrar los esfuerzos en las habilidades “humanas” que mencionamos antes. Pero también requerirá revisar conceptos, creencias y modelos mentales tradicionales. Por ejemplo ¿Qué valor tendrá el dinero si la IA es capaz de entregarme cualquier cosa que necesite? ¿Y qué sentido tendrá el trabajo en ese escenario de abundancia? ¿Existirán las empresas? ¿Cómo tomaremos decisiones a nivel colectivo, hará falta el Estado como lo conocemos? Y en un paradigma radicalmente nuevo ¿Cómo educaremos a los niños y qué será importante saber en el futuro? Podría parecer un panorama no solo incierto sino amenazador. Sin embargo, me parece un escenario muy atractivo porque todo lo que podría pasar está todavía por pensarse: hay un futuro por construir que nos exige no minusvalorar los riesgos y evaluar adecuadamente lo que queremos conservar.